Un número creciente de países están experimentando tasas de natalidad en declive y poblaciones envejecidas rápidamente, lo que lleva a los expertos a advertir sobre una inminente crisis global de despoblación. Mientras que en el pasado los temores se centraban en la superpoblación, el nuevo desafío es el potencial impacto económico y social de menos jóvenes y una fuerza laboral en disminución. Algunos analistas argumentan que este cambio demográfico podría amenazar el progreso humano, mientras que otros ven oportunidades para mejorar la calidad de vida. El debate continúa sobre si las tasas de fertilidad en descenso son una crisis o una oportunidad para repensar las prioridades sociales. Los responsables de políticas en todo el mundo están lidiando con cómo adaptarse a estos cambios demográficos sin precedentes.
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